Violeta Correa Miller nació en el Perú, un 24 de marzo de 1927.
Su ejemplar recuerdo permanece como símbolo de dedicación responsable y comprometida con las poblaciones más necesitadas, con las poblaciones de menores recursos, con los más excluidos, con la mujer más marginada, con la juventud tan postergada y con aquella infancia desamparada...
Violeta Correa desde muy joven destacó por su actividad social y política adquiriendo particular experiencia desde su época de estudiante de periodismo. Tras haberse adherido al movimiento iniciado por el Frente Nacional de Juventudes Democráticas convirtióse en cofundadora del partido Acción Popular. Transcurridos siete años, en 1963, su partido -liderado desde el principio por el arquitecto, maestro universitario y ex diputado independiente Fernando Belaunde- triunfa inobjetablemente en las elecciones presidenciales. En 1968, se produce un golpe de estado que envía a Fernando Belaunde al exilio y que a sus correligionarios les hace sufrir la represión; represión que afecta especialmente a los más cercanos e importantes correligionarios entre ellos Violeta Correa que en distintos momentos había probado su liderazgo con las juventudes partidarias y con el comando femenino.
Mucha juventud indignada en esta hora de prueba demostró su lealtad a los valores democráticos. Javier Alva Orlandini, uno de los fundadores del partido, no escatimó su expresión de repudio hacia la traidora y cobarde acción militar. Valentín Paniagua de una vez y para siempre se adhirió a las filas de Acción Popular. Víctor Andrés García Belaunde, jovencísimo, no dudó en exponer su vida enfrentándose a la represión. Manuel Arce Zagaceta, y muchos más, no se dejaron amilanar por las fuerzas armadas.
Fue en estas difíciles circunstancias durante la dictadura militar que Violeta Correa contrajo matrimonio con Fernando Belaunde. Transcurriría casi una década completa y luego el pueblo peruano reivindicaría a los acciopopulistas con la honrosa elección para un nuevo gobierno. Y la existencia de Violeta continuaría insuflando su vitalidad a la obra de Acción Popular de la única manera legítima y conocida: sirviendo al Perú.
Violeta visitando los barrios populosos, Violeta en los asentamientos humanos pobrísimos... motivando a las madres, cariñosa con los niños... Violeta y los Clubes de Madres, Violeta y las Cocinas Familiares... la mejor forma de coordinar y apoyarles es directamente, estando allí... casi no hay teléfonos fijos, los teléfonos móviles aun no existen para ser utilizados, todavía no se inventa internet para darle uso... y Violeta está en las zonas urbano-marginales de una capital, Lima, que no deja de crecer, que no deja de extenderse pobremente hacia sus fronteras abiertas devorando campos de sembríos, extendiéndose sobre el arenal, creciendo con la migración precaria del antes tan lejano poblador - de la Amazonía, del Ande... - y Violeta presente... Las escasas radioemisoras reinan en un tiempo en que la televisión es poca y costosa, y en blanco y negro, sin color, como los barrios grises de la pobreza acumulada en el Perú... La juventud entusiasta y emprendedora gusta acompañarla en la acción... Violeta, siempre Violeta... lleva acción, lleva cooperación, lleva desarrollo, lleva progreso, lleva alegría... y Violeta presente una y otra vez, así como en la ciudad, en el campo... muchas veces con su esposo Fernando y muchas veces sola porque las obligaciones de estado los suelen separar de la misma manera que siempre los une su amor por el Perú... pero cuando la irracionalidad humana también se hace presente haciendo estallar explosiones cargadas de odio, allí vuelve Violeta, activa, solidaria, constante, y el odio ideológico se disipa temporalmente cuando llega el amor de la doctrina peruanista... pero arteramente el atentado vuelve a brotar en otro lado, y los acciopopulistas así como todos los peruanos de buena voluntad, incesantemente, se hacen presentes, de una u otra manera, como Violeta...
El estado peruano está pobre, castigado por las deudas que dejó el régimen militar, régimen que también dejó en herencia una inflación que paulatinamente se incrementa... a veces la naturaleza parece ensañarse probando el tesón humano para templar la experiencia de los mejores, y los desastres naturales no perdonan... pero también hay muchas cosas buenas... como Violeta y Fernando que dan siempre el ejemplo, enseñando, no claudican, su lema es ¡Adelante! y no cesan de construir en el cuerpo y alma de la nación...
Cumplido su periodo, la posta pasa a otro equipo de trabajo que actúa negativamente en muchos aspectos y que a su vez, pasa la posta a otro equipo de trabajo. Mucho daño padece el Perú con estos dos grupos. Violeta virtuosa y discreta, brinda su apoyo permanente a Fernando. Fernando Belaunde como siempre advierte y denuncia los actos que afectan los intereses del pueblo peruano.
Luego, un acciopopulista asume el mando de la nación. Es Valentín Paniagua. Otra vez se va poniendo orden en donde antes había solo caos.
...Y un día Violeta se va... parte... el 1 de junio de 2001 nos deja a sus tantas veces ingratos compatriotas, y se va al lugar de los justos... Fernando que siempre se ha apoyado en ella, no tarda en acompañarla a la gloria... y ambos tan amantes del Perú que sus vidas se fundan y funden insoslayablemente en la historia -en la historia de Acción Popular y en la historia del Perú- nos heredan así su lección para la vida pues en el eco de su ejemplo sus voces nos dicen: ¡Adelante!...
2 comentarios:
Violeta Correa Miller nació en La Punta, Callao, el 24 de marzo de 1927, del matrimonio de Javier Correa Elías y Violeta Miller Maertens. Cursó estudios en el colegio Belén y en la Universidad de Chile, donde se formó en Periodismo. A su regreso al Perú, en 1955, ingresó al diario La Prensa, en el que dirigió, con habilidad y acierto, la página femenina.
Como periodista, tuvo la oportunidad de entrevistar, en 1956, a un joven y audaz Fernando Belaunde Terry, quien había surgido en la política. Al proclamarse su candidatura presidencial, Violeta se adhirió a ella y, desde entonces, estuvo en la vanguardia por la consolidación de la democracia en el Perú.
Concluida esa campaña, se inscribió en Acción Popular, donde destacó como dirigente. Integró el Comité Nacional de Organización del partido. Desempeñó la Secretaría Nacional Femenina. Recorrió los diversos pueblos del país.
Desplegó una intensa actividad acompañando a Belaunde por sus viajes de campaña al interior del Perú, siempre infatigable y con cámara en mano, oficiando de reportera gráfica y con una indomable capacidad de trabajo.
Fernando Belaunde llegó por primera vez a la Casa de Pizarro en 1963. Violeta dejó de lado las labores de oficina y el protocolo para tomar acción por causas más trascendentales. Jovial, siempre con la sonrisa en los labios, derrochó cariño y desvelos por las mujeres, madres y niños de las zonas marginales de Lima, y de otras ciudades del país, a mediados de la década del 60 del siglo pasado.
Fue durante aquel primer mandato belaundista que contribuyó con la construcción de los llamados Parques Zonales Recreacionales, complejos dotados de jardines, juegos infantiles y minicomplejos deportivos, que alegraron los días de las familias y los niños de las zonas populosas de la ciudad.
Luego del golpe de Estado de 1968, salió al destierro acompañando a Belaunde, con quien se casó en 1970. En el retorno triunfal de 1980, se incorporó en el tratamiento de los asuntos del Estado, trabajando por los más pobres.
Día tras día visitaba los pueblos jóvenes para ayudar a las madres que sufrían por sus hijos. Sirvió a los humildes, sin alardes, no para ser aplaudida o vista. Impulsó las cocinas familiares bajo el concepto de cocinar en grupo, pero almorzar en casa, con los hijos. Como testimonio de su obra están las miles de madres y niños agradecidos por la construcción de más de 100 cocinas familiares y 80 centros comunales, edificados con la ayuda de las propias familias.
Violeta acompañó en todas sus vicisitudes a Fernando Belaunde. Estuvo a su lado en los momentos de gloria y en las circunstancias más difíciles. El gobierno transitorio de Valentín Paniagua le confirió la Gran Cruz de la Orden del Sol por sus servicios a la causa del país, la democracia y la justicia social.
Falleció el 1 de junio del 2001, día de conmemoración de la Gesta de La Merced.
Sobre su féretro, Fernando Belaunde le dejó escrita una nota: «Espérame».
El destino se encargaría de volverlos a juntar tan solo un año después.
Gracias Frederick Ugarte, todo lo que dices es verdad, en la variedad de escenarios a los que te refieres.
Así era ella, puro empeño e inteligencia. FBT se murió de la tristeza cuando ella se fue. Sin duda fueron la única pareja presidencial que jamás fueron vinculados a casos de corrupción.
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