20171013

La Ucronía Moderna



UCRONÍA MODERNA
[Brevísimo] Ensayo sobre “La Utopía Arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo” de Mario Vargas Llosa. 

Por Frederik Ugarte.
Publicado en la Revista de Antropología, 4ª etapa, Año I, Nº 1, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2003, Lima, Perú.

Generalmente ante una decisión particular referida a un reto concreto puede resultar válida la interrogante ¿Estás a favor o en contra? Pero ante una realidad histórica compleja llena de conflictos o ante la vida entera de una persona, una pregunta de esta naturaleza puede resultar arbitraria, poco justa o sesgadora.


Nuestra tesis en este breve ensayo es que una personalidad grandemente creativa-como José María Arguedas o como Mario Vargas Llosa- o una influyente corriente del pensamiento –como el indigenismo, el modernismo o cualquier otra, cada cual con sus variantes- tiene que estar movida o inspirada por un ideal que hunde sus raíces en una cosmovisión particular sea esta ideologizada o no, y que es una forma de aprehender su espacio y su tiempo y de pronosticar como ha de ser luego.

La literaria Utopía es el no-lugar, un lugar que no existe y que cristaliza un mundo ideal. Sin embargo ocurre que en el texto de Vargas Llosa –como en otros- la utopía se asienta sobre un lugar, se materializa en un espacio (los Andes) pero su carácter utópico transforma este lugar en una fantasía (o quizá en algo fantasmagórico). El drama es pues que aquí la utopía tiene un lugar que son los Andes, de manera que los Andes se constituyen en una realidad que es imposible. Esta negación, causa y efecto de incomprensiones y no exenta de paradoja, es la que da luz y sombra a los debates.



Las ideologías políticas antagónicas del s. XX han sido grandes utopías, ya en crisis. Eran utopías modernas, por eso hoy se escribe de posmodernismo, de crisis de la modernidad, de crisis de paradigmas. En su libro, Vargas Llosa nos habla más bien de una utopía arcaica, esto es, pasada, fuera de la historia o anterior a ella. Una utopía arcaica idealizadora del antiguo Tahuantinsuyo, capaz de imaginar, proyectar y esperar un Tahuantinsuyo moderno con las virtudes de antaño en el tiempo presente. Enfocadas las cosas de esta manera, sí estamos de acuerdo con lo expresado por Vargas Llosa. Pero debemos señalar aquí, que M.V.LL. vive su propia utopía “moderna” pero utopía al fin, vive su ficción del progreso ucrónico, del progreso sin tiempo (o mejor, sin fin) el cual es liderado -como condición dada por su perspectiva eurocéntrica- por Occidente, por el Hemisferio Norte. Acierta M.V.LL. con la luz que le da la perspectiva del tiempo, pero queda ciego de verse a sí mismo en las sombras de su propia esquina ideológica.

¿Qué tan indigenista era José M. Arguedas? y ¿Qué tan de izquierda? Difícil de precisar porque José M. Arguedas era conservador, quería preservar la Cultura Andina, perpetuar inmaculada la tradición, y a pesar de su simpatía por las izquierdas parecía olvidar aquello de que la tradición la matan quienes la quieren fija e inmóvil. Quizá Arguedas fue un peruano nostálgico. En este sentido Arguedas no era tan progresista.

Sobre las ficciones del indigenismo, de las que escribe Mario Vargas Llosa, hay que decir que dichas “ficciones” posibilitaron ver muchas realidades.

En su libro, M.V.LL. rescata a José M. Arguedas para la novela (separando su excepcional trabajo literario de los méritos que le concede como antropólogo). No obstante, al repasar el contexto histórico en que vivió Arguedas, el tiempo del indigenismo y también del compromiso literario (de la literatura comprometida), M.V.LL. toma distancia del mismo. ¿A caso “La Utopía...” y todo su contenido no revela al fin de cuentas lo comprometido que se siente el autor con sus propias ideas y con las del sector humano con que se identifica? ¿Es que “el pez en el agua” no tiene también algo de lo mismo? En nuestra opinión las obras de arte (incluso las literarias) siempre tienden a reflejar, por lo menos parcialmente, algo del autor, tienen su impronta. La diferencia de hoy -para bien o para mal– con lo que ocurría hace más de 40 años, es que los autores ya no se ven forzados a optar entre solo blanco o negro, sino que tienen también a disposición una gama de grises y además una inmensa variedad de colores con todos sus matices, esto es, pueden escoger incluso por no pronunciarse sobre tal o cual tema en especial. En este aspecto, M.V.LL. no solo no ve su caso, asumiendo una postura en sus escrituras, sino que tampoco ve el caso de virtuales coetáneos suyos como Gunther Grass, Gabriel García Márquez y muchos otros contemporáneos que no pierden ocasión de defender posturas ideológicas con las que se identifican en sus escritos y declaraciones. Además, M.V.LL. también olvida que antes de Arguedas, antes del indigenismo, grandes escritores supieron defender posiciones partidarias o comprometerse con causas políticas como Víctor Hugo o aún antes que él, los autores de la “Ilustración”[1].

En su texto, M.V.LL. nos ofrece un panorama general del indigenismo sin duda interesante. Cuando se refiere a Arguedas lo hace con respeto (casi con aprecio), pero es enfático en señalar los cambios modernizantes que experimentan los Andes y que Arguedas alcanzó a notar desconsoladamente. Habría que dilucidar si Vargas Llosa confunde prejuiciosamente modernidad con cambio. Ya con anterioridad Henri Favre nos explicó los vertiginosos cambios experimentados por los Asto en el mundo andino entre 1780 y 1830 en tiempos de Bolívar (¿también modernidad?). Cuidado con caer en la dictatorial tetralogía: cambio=modernidad=progreso=nueva historia.

Aunque M.V.LL. cita a Ciro Alegría (contemporáneo de Arguedas) para mostrar la diversidad existente en las provincias y Andes Peruanos, creemos que en realidad José M. Arguedas pero también M.V.LL. tienden a olvidar la heterogeneidad nuestra, a favor de sus propias “visiones” homogéneas y homogenizadoras de los Andes, sobre todo por oposición a Occidente. Es un error casi inexplicable en literatos de semejante talla.

De esta manera estaríamos ante una utopía arcaica andina que como lo hace notar Flores Galindo además estaría “buscando un Inca” a lo largo de la historia peruana[2]. Flores Galindo hace una crítica marxista de la utopía arcaica andina.

José María Arguedas fue severamente juzgado por literatos y científicos sociales[3] y aunque al parecer M.V.LL. no cree que Arguedas haya vivido en vano, lo cierto es que Arguedas se vio abrumado por los cambios visibles que modificaban casi todo aquello que él había deseado sea inmodificado. M.V.LL. parece regocijarse en resaltar dichos cambios y en enrostrárselos, a pesar de la distancia en el tiempo, a los indigenistas. Como si fuera su pequeño o gran triunfo constatar tales cambios. Acaso siente que le dan la razón. Algo así como si descalificando al indigenismo le diera un “sopapo” a la izquierda. Un conjunto de creencias hace posible este texto que es un alarde o quizá una autocomplacencia vargallosiana. Un conjunto de creencias (y de forma de entender el mundo productora de esperanzas específicas) alimentó la vena artística y la propia vida de Arguedas; al agotarse se extinguió su propia “razón de ser”. Creemos que el drama arguediano fue manipulado ayer como en parte lo es hoy[4], y como dijo Ramón Mujica Pinilla “El problema de fondo es metodológico. Sin reconocerlo, Vargas Llosa analiza la “Utopía Arcaica” de Arguedas a la luz de otro mito utópico –de origen secular- por el cual él aboga: el mito europeocéntrico del progreso indefinido de la sociedad”[5], y que nosotros hemos denominado (no sin una cuota de ironía) “La Ucronía Moderna” con que titulamos este ensayo.

Más allá de las diferencias, Vargas Llosa y Arguedas cada cual ha su manera y en su estilo muestran interés por lo que parafraseando a Ciro Alegría llamaríamos “Nuestro Perú, Ancho y Ajeno” aunque sus ideales, cosmovisión “particular” y esperanzas se ubican en las antípodas de uno respecto al otro. Ojalá que inquietados y movidos por nuestros ideales, como antropólogos, como científicos sociales, como peruanos, al final podamos también decir: “Nosotros no tenemos más mérito que el de haber buscado... y encontrado al Perú”[6].



BIBLIOGRAFÍA


· Alegría Ciro, El Mundo es Ancho y Ajeno, 2v., Editorial Milla Batres, Lima, 1974.

· Arguedas, José María, Yawar Fiesta, Editorial Juan Mejía Baca, Lima, 1958.

· __________, Todas las Sangres, Editorial Losada, Buenos Aires, 1964.

· __________, El zorro de arriba y el zorro de abajo, Editorial Losada, Buenos Aires, 1971.

· Basadre, Jorge, Perú: Problema y Posibilidad, Ed. Fundación M.J. Bustamante de la Fuente, Lima, 1994, 4ª Ed.

· Belaunde, Fernando, Pueblo por Pueblo, Ed. Minerva, Lima, 1995, 2ª Ed.

· Castro Klaren, Sara, El mundo de José María Arguedas, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1973.

· Escobar, Alberto, ¿He vivido en vano? Mesa Redonda sobre ‘Todas las Sangres’, J.E.P., Lima, 1985.

· Favre, Henri, “No manipulen a Arguedas” en: Diario La República, Lima, 15 de septiembre de 1996.

· Flores Galindo, Alberto, Buscando un Inca. Identidad y Utopía en los Andes, 4ª Ed., Editorial Horizonte, Lima, 1994.

· Mariátegui, José Carlos, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, 5ª Ed., Editorial Amauta, Lima, 1957.

· Mujica Pinilla, Ramón, “La utopía arcaica. Mario Vargas Llosa y la negación occidental del mundo andino”, en: Revista Debate, Lima, Mayo-Junio, 1997.

· Vargas Llosa, Mario, La utopía arcaica José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1996.

· __________, El pez en el agua, Edit. Seix Barral S.A., Barcelona, España, 1993.


CITAS


[1] Cf. Mario Vargas Llosa, La Utopía Arcaica, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p.16-29.
[2] V. Flores Galindo, Alberto, Buscando un Inca. Identidad y Utopía en los Andes, Edit. Horizonte, Lima, 1994, 4ª ed.
[3] V. ¿he vivido en vano? Mesa Redonda sobre todas las sangres, I.E.P., Lima, 1984.
[4] Cf. Favre, Henri, No manipulen a Arguedas, En: Diario La República, 15 de septiembre de 1996, p.21-22.
[5] V. Mujica Pinilla, Ramón, La Utopía Arcaica, Vargas Llosa y la Negación Occidental del Mundo Andino”, en: Revista Debate, Mayo-Junio 1997, p.40-44
[6] V. Belaunde, Fernando, Pueblo por Pueblo, Edit. Minerva, 1995, 2ª ed.

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